Aunque parece un dicho, es una realidad.
Por esas cosas de lo que se entiende por valor, el mundo capitalista, que todo lo mide y lo aumenta, tiene como principio que todo debe crecer en valor, sino, no es viable producirlo.
El sorprendente planeta provee, de recursos para ello.
En un pequeño terreno, podemos construir un edificio, donde antes teníamos una propiedad, ahora tenemos muchas.
El mismo espacio ha incrementado su valor, en el ejemplo, en rentas.
Así vamos transformando los espacios hasta convertirlos en algo que valga más que antes.
El capitalismo es un concepto que requiere siempre superarse, en cantidad, en valor, en espacio, en lo que sea, sin contemplar los recursos.
Paradójicamente, mucho, no es más, depende de la demanda. Si hubiera mucho de algo, pero nadie lo quiere, el objetivo de la cosa, caduca; otra forma es que haya tanto que sobrepasa la capacidad del mercado de consumirlo.
Es por ello que los estados mantienen controlado sus valores, para no caer en el exceso.
El valor, tiene un equivalente en oro, por ser un material de uso en casi todos los aspectos de la industria, además de las joyas.
La moneda se emite en relación a las reservas de oro de un país, al menos es el principio, cuando se emite más que ello, es cuando comienza la desplazarse los valores, cuando el respaldo no es el oro, es en cosas, empresas, tierras, ladrillos.
En este esquema, es difícil encontrar la relación entre la riqueza cuando se calcula que las propiedades inmobiliarias del mundo valen 217 billones de dólares.
Es decir, la cantidad en valor de propiedades en venta por parte de todas las inmobiliarias, comparado con todo el oro almacenado, que es de 6 billones, queda claro que la referencia de respaldo de la riqueza son las propiedades más que el oro de las reservas de cada país.
Según esta visión, los países con grandes extensiones deberían ser más ricos que los pequeños, pues la capacidad de “producir” propiedades, es superior.
Sin embargo países como Francia, comparado con Argentina, con extensión muy inferior es más rico e incluso considerado del primer mundo, mientras nosotros del tercer mundo.
¿Qué pasa con la diferencia?
La respuesta parece sencilla: las vaquitas son ajenas. El territorio argentino pertenece mayormente a multinacionales o capital extranjero, que hacen lo mismo que con el oro, no se extrae en exceso porque bajaría su valor.
Cuando se tiene un gobierno neoliberal, se está hablando de una estrategia en la que mantener escaso lo que se produce mantiene su valor, llámese viviendas en el caso.
Los gobiernos con visión social, tendrían que encontrar sustitutos de esos valores para poder balancear o competir con los países que usan el modelo neoliberal.
He ahí la lucha entre dos modelos que trabajan con la herramienta más voraz del hombre, la ambición.
Es difícil encontrar quiénes no les importa sacrificar la ganancia propia para que el prójimo gane o esté tan bien como nosotros.
Una de las razones es que en las experiencias mundiales, las personas que intentan llevar políticas sociales en vez de neoliberales, es a su vez rica, por lo que se vería impactada por la influencia de sus acciones.
En definitiva, y sin querer arreglar el mundo, la única conclusión es que es más importante y valioso contar con propiedades que con oro, aunque la paradoja sea que se necesita lo segundo para adquirir lo primero.
Qué fue primero el huevo o la gallina.